Sin duda, hay problemas cuya aparente solución conlleva a otros peores que los originales. La crítica sobre WochenKlausur que sus esfuerzos podrían estar simplemente tratando los síntomas y en todo caso escondiéndolos –ahí en donde el Estado debiera haber actuado para mejorías fundamentales- es justificado.

Y, sin embargo, esta crítica sobrepasa dos puntos importantes: el primero, que la mayoría de las instituciones de arte que invitan a WochenKlausur es apoyada con subsidios de gobiernos. Las deudas públicas son así hechas efectivas cuando estos fondos se usan para brindar mejorías sociales.
En segundo lugar, hay aún un peligro mayor y es que ni las causas ni los síntomas sean tratadas. Éste el caso cuando las raíces del problema son encontradas pero, por la percepción de falta de poder, nada es hecho sobre las enormes raíces existentes -cuyas dimensiones incluso no pueden evaluarse.

Todo problema puede ser rastreado hacia otros más fundamentales. La convicción de que un dia sea posible cambiar la base fundamental absoluta permanece como ilusión que previene los pasos más pequeños –si solo estas medidas no estuviesen retardando a menudo la llegada de aquel dia final. La disculpa de que el individuo no tiene el poder para realizar cambios concretos sobre circunstancias concretas lleva a tomar la ruta más fácil, el hacer nada. Estas disculpas son como el votante apático. Èste subraya que el voto individual tiene un efecto insignificante y podría así abandonársele. Si todos se quedasen en casa sin participar, con este cómodo pretexto, sería el fin de la democracia.


Esto puede ser ilustrado a través de los problemas que una persona de sillas de ruedas confronta. Si él no puede subir las escaleras porque no hay ascensor entonces podría ser ayudado por dos brazos fuertes que asuman su causa. Pero ésto alimenta la crítica de que una solución general al problema está siendo postergado. El dueño lo que nota es que a pesar de todo uno puede vivir sin el ascensor y así se evita un gasto. Por lo tanto, sería mejor dejar la silla de ruedas en el corredor y realizar una petición política en vez de ayudar a aquella persona. Ò, uno puede ayudarla y a la vez realizar una demanda política para que un ascensor sea instalado. El arte agitador toma frecuentemente el camino más fácil y se apega a denuncias. Sin embargo, cada mejoría tangible exitosa es realmente un argumento de apoyo por demandas políticas.

Desde una posición confortable de prosperidad es, generalmente, más fácil hablar por cambios generales en el sistema y rechazar pequeños pasos porque éstos “solo apoyan las circunstancias existentes, que deben rebosar de tal manera que algo ocurra”. Esta “teoría de la inundación” raramente ha tenido éxito. Si uno primero tiene que esperar a una catástrofe para que las cosas cambien por bien, entonces podría ser un poco tarde en el dia del nunca-acabar.